Asamblea de Conferencias RM: contagiar el amor de Cristo

Alrededor de 100 vicentinos participaron alegremente en la Asamblea de Conferencias de la Región Metropolitana, celebrada el sábado 28 de septiembre en la capilla San Vicente de Paul. La Asamblea, coordinada por el Consejo Metropolitano y a la que asistieron 18 Conferencias, sirvió para dialogar sobre la importancia de identificar a Cristo en el que realiza la caridad como en quien la recibe y en reconocerse como vehículos de Dios.

Acompañaron la jornada el Presidente Nacional de Fundación San Vicente de Paul Chile, Gonzalo Lira, el Director Nacional de Conferencias, Eugenio Zegers y el Gerente General de la Fundación, Francisco Velasco.

El encuentro comenzó con la Eucaristía y un esquinazo. Gonzalo Lira  motivó a los presentes a continuar el legado de San Vicente de Paul y el beato Federico Ozanam, destacando el temple, el coraje y la fe con que siguen perseverando en su misión. “San Vicente de Paul fue raptado por unos piratas turcos, quienes lo vendieron como esclavo en Túnez. Él vivió y experimentó en carne propia la pobreza y este fue uno de los hechos importantes que lo motivaron a trabajar por los necesitados”, dijo. También recordó el contexto en el que se desenvolvió el beato Federico Ozanam, “a quien le tocó vivir una fuerte crisis de la Iglesia, como la que estamos viviendo nosotros. Los invito a que sigamos trabajando juntos y esforzándonos por renovar la Iglesia. En momento difíciles es nuestro servicio el que ayuda a fortalecerla”.

Luego los representantes de algunas de las Conferencias compartieron las actividades de servicio que realizaron durante el último año. “Agradezco la oportunidad de entregar amor. Siempre tratamos de hacerlo lo mejor posible, porque finalmente todos necesitamos de todos”, dijo Rosa Chacón, de las Conferencias “Las Cucharitas” y “Refugio de María”,

Los participantes de la Asamblea se conmovieron y motivaron con los testimonios compartidos, y luego tuvieron un momento de formación a través de la charla de Eugenio Zegers, Director Nacional de Conferencias, quien dirigió una reflexión sobre la importancia de la fe y la oración para acercarse a Dios y fortalecer las acciones que realizan las Conferencias.

Francisco Velasco cerró el encuentro agradeciendo el servicio de las Conferencias en sus comunidades. Recordó las palabras de Monseñor Celestino Aós en la misa de Solemnidad de San Vicente de Paul, quien afirmó que para seguir cultivando el carisma vicentino es importante que se desarrollen tres pilares fundamentales: la oración, la formación y el servicio. “Sin la oración ni formación, la visita a los más necesitados no da frutos”. Agregó que “cuando visitamos a los necesitados es Dios que lo hace a través de nosotros. Ustedes son Jesús que visita al pobre. Eso nos ayuda a servir en forma más humilde, sabiendo que es Él que nos inspira. Me siento muy orgulloso de ustedes que se dan el tiempo de pensar en los otros”.

A continuación presentamos los testimonios de dos vicentinas de la Región Metropolitana.

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Emilia Alfaro: “Si el Señor me puso aquí, con alegría lo hago”.

Sin duda la misión que desarrolla Emilia Alfaro en la Conferencia Cristo Nuestro Redentor de Peñalolén está marcada a fuego en su vida. Junto a otras vicentinas impulsa hace más de 26 años una pastoral de enfermos en su parroquia Peñalolén, que hace 16 años se constituyó como Conferencia.

Emilia ha vivido el dolor de la enfermedad en carne propia. Varios de sus hijos han debido combatir graves dolencias y uno de ellos falleció producto de un cáncer linfático.

Pese a estas difíciles vivencias, Emilia se ha volcado a ayudar a los demás apoyada en su inquebrantable fe y el sentido que da a su vida el servicio a quien necesita compañía y consuelo.

Las vicentinas acompañan a personas que forman parte de las siete capillas de la Parroquia Cristo Nuestro Redentor, especialmente adultos mayores que están solos, tienen necesidades económicas y sufren alguna enfermedad. “Los visitamos y acompañamos al consultorio u hospital, o a hacer los trámites que tengan que hacer”.

Tienen un hermanamiento con una Conferencia de Estados Unidos que les aporta los recursos necesarios para comprar sillas de rueda, bastones, sillas, aparatos para tomar la presión, pañales, mercaderías y especialmente los remedios que entregan a las personas que sirven. “Diosito me da la fortaleza y me ayuda a salir adelante. Hace poco hubo un gran incendio en Peñalolén y estuvimos acogiendo en la parroquia a varias familias numerosas que quedaron sin nada. Yo digo, si el Señor me puso en esto, con alegría lo hago. Es una manera de devolverle a los hermanos que me han ayudado tanto con la enfermedad de mi hija”.

María Elena Reymán: “tengo ganas de seguir, hasta que el Señor diga ¡ven!”

María Elena Reymán Aguilar es voluntaria hace 34 años, sirviendo siempre a adultos mayores en la población Lo Hermida. Recuerda que el año 2003, cuando falleció su madre falleció, pasó por una fuerte crisis de fe. Sin embargo, la vocación de servicio que Dios puso en su corazón era más fuerte. A los pocos meses pudo convertir el dolor por la pérdida de su mamá en un renovado sentido solidario. En ese momento formó la Conferencia Servidoras de María. “Comenzamos unas pocas señoras, compartiendo un té y conversando de Dios. Al poco tiempo el padre nos invitó a la capilla. Ahora somos 27”, dice.

Trabajan apoyando un centro de acogida para adultos mayores en su parroquia. “No tenemos muchos recursos y no somos de andar pidiendo, damos lo que nosotros podemos. Por eso nuestra mayor preocupación es el aspecto espiritual de los adultos mayores. Los vamos a visitar, nos preocupamos de sus pañales, y buscamos ayudarlos a conseguir los subsidios y recursos que pueden obtener a través del consultorio y otros organismos del sistema público”.

También acompañan a familias en un centro de acogida para familias en situación de calle, que también pertenece a su parroquia. En ese lugar reciben a adultos mayores y también familias de inmigrantes que no tienen dónde vivir. “Vamos a visitarlos, les damos la bienvenida, los acompañamos”.

María Elena disfruta lo que hace y dice que anhela que llegue cada jueves. “Pertenecer a San Vicente de Paul nos ha enriquecido espiritualmente. Es como estar arrimada a un buen árbol, a una buena sombra. Es un desafío prepararme durante la semana, ver qué vamos a compartir los jueves, revisar qué evangelio corresponde. Al final digo ‘ya Señor, habla tú por mí’. Lo más lindo es la experiencia de vida de cada una”.

“Sin darme cuenta ya soy yo misma una adulta mayor. Este trabajo es la mitad de mi vida, es mi fuerza. Tengo ganas de seguir y seguir, hasta que el señor diga ven!”