Asambleas de Conferencias, predicar con el ejemplo

Durante abril 11 Conferencias se reunieron para compartir y dar cuenta de su labor anual en las Asambleas de O´Higgins, Maule y la Araucanía. Abril es un mes de celebraciones para la Sociedad de San Vicente de Paul en el mundo. El 23 abril se conmemoraron los 206 años del natalicio de Federico Ozanam y los 186 años de la primera Conferencia de Caridad, organizada por Ozanam, Lallier, Lamache, Devaux, Bally, Clavé y Le Taillandier en París, lo que dio inicio a la Sociedad de San Vicente de Paul.

Los 7 jóvenes iniciaron una red de caridad que hoy cubre el mundo entero. En Chile, somos parte de esta comunidad internacional de laicos desde 1854 y nos enorgullece continuar este testimonio que nos inspira a servir a los más necesitados a lo largo del país.

Uno de los aspectos fundamentales de nuestro modo de servir es que lo hacemos en comunidad y compartiendo el camino.  En todo el mundo, las Conferencias se agrupan regionalmente y se reúnen una vez al año, para animarse mutuamente y potenciar su hermandad en la espiritualidad vicentina.

En abril se realizaron dos Asambleas Regionales en Chile: el 6 se reunieron las Conferencias de la VI y VII Regiones (“Amigos de Jesús” de Pueblo Hundido, “San Agustín” de Rosario, “María Auxiliadora” de Rengo, “San Javier” de San Javier, “Asunción de la Virgen” de Lo Miranda y “San Vicente de Paul” de Curicó), y el 24 de abril fue el encuentro de las Conferencias de la IX Región, “San Vicente de Paul” de Temuco, “San Vicente de Paul” de Angol, “Ven y Sígueme” de Pitrufquén y “San Alberto Hurtado” de Collipulli).

Las Conferencias compartieron su caminar vicentino sirviendo humildemente a las personas necesitadas en sus ciudades. Cada grupo presentó lo vivido durante el último año, rindiendo cuenta de sus metas fijadas en el encuentro anterior y resumiendo las principales acciones con las que impactan en sus comunidades, en labores de acompañamiento a personas con diversas necesidades. Ambos encuentros estuvieron motivados por una liturgia o misa y finalizaron con un momento para compartir en torno a la mesa.

Experiencias que inspiran

Manuel Migueles, Presidente de la Conferencia de Pueblo Hundido, asegura que esta reunión anual los revitaliza como comunidad y que es una oportunidad muy provechosa. Su agrupación realiza principalmente visitas a personas enfermas y postradas en sus hogares, a quienes hacen compañía, les llevan una palabra de aliento y rezan para aliviar su dolor. “Es muy importante compartir con ellos y llevar un mensaje de esperanza y de fe en Cristo. Cuando los visitamos no solo entregamos alimentos no perecibles, también alimento para el alma”.

Agrega que, en paralelo, han estado colaborando en la reconstrucción de la capilla de Pueblo Hundido que se vio afectada con el terremoto de 2010. El santuario, que acogió a la Asamblea, fue reinaugurado el 7 de diciembre de 2018. “Para nosotros fue una tarea muy importante apoyar la reconstrucción, porque la comunidad necesita de un espacio para cultivar la fe. Desde el mismo 27-F nos pusimos a trabajar para reabrir las puertas de la capilla y lo logramos junto con el apoyo de la fundación San Vicente de Paul y de otros benefactores. Es un hito muy relevante porque nos ayuda como Conferencia a dar cumplimiento a nuestra misión evangelizadora”.

A sus 92 años Adriano Riquelme, de la Conferencia “San Alberto Hurtado” de Collipulli, conserva aún la fuerza que lo impulsa a ayudar al prójimo. Junto a su amigo Benedicto López, de 84 años, realizan todos los meses un recorrido para ayudar a los enfermos y a personas que viven en un campamento.

Su potente testimonio emocionó a la Asamblea, que encontró en ellos un ejemplo viviente del amor de Dios que se entrega a otros sin importar el peso de los años. Adriano se desplaza caminando, mientras Benedicto lo hace en bicicleta. Sus palabras comenzaron con un agradecimiento a sus amigos de las Conferencias de Pitrufquén, Temuco y Angol, quienes entregan distintos apoyos a los voluntarios de Collipulli, haciendo vida el sueño de Federico Ozanam, que nos invitó a vivir el camino del servicio como una red caridad que abraza al mundo.

“Sentimos un profundo amor por las personas, sobre todo por las más pobres. Esta ayuda la hacemos porque somos Iglesia, lo que nos llama a ser un ejemplo de Cristo. Continuaré haciendo nuestra labor hasta que mis capacidades lo permitan. Y también esperamos que otros lo sigan haciendo, por el bien de nuestra comunidad”, expresó Adriano.