Crecer para servir mejor

Cinco trabajadoras del hogar El Buen Samaritano se capacitaron en un programa de la Universidad de Chile para continuar perfeccionándose en la atención de personas con discapacidad y dependencia.

Con gran orgullo tres asistentes de personas mayores y dos tens del Hogar El Buen Samaritano finalizaron el curso “Apoyos y cuidados para personas con discapacidad intelectual y dependencia” de la Escuela de Terapia Ocupacional de la Universidad de Chile, que se desarrolla gracias a un convenio de colaboración con la Fundación Aninat, que beca a los participantes.

El programa ofreció 80 horas de capacitación sobre fundamentos y estrategias para una mejor atención a personas con discapacidad. Fue dictado por académicos de la Facultad de Medicina de la U. Chile, que ofrecieron clases teóricas y espacios de simulación con actores para practicar las técnicas.

Nuestras asistentes de personas mayores y TENS fueron seleccionadas luego de pasar por una entrevista de idoneidad con el profesor del curso y la coordinadora de capacitación de la Fundación Aninat.

“Todas llevan varios años trabajando en el hogar, lo que hace más destacable el entusiasmo y compromiso con que asumieron este desafío”, explica Viviana Hermosilla, Jefa de Personas y Servicios de la Red de Hogares San Vicente de Paul.

Durante más de cuatro meses las trabajadoras dedicaron las mañanas de los sábados a realizar el curso, con apoyo del hogar en los días en que tenían turno y sacrificando su tiempo de descanso.

Rocío Merino trabaja hace 19 años como Asistente de Personas en el Hogar El Buen Samaritano. Dice que uno de los principales aportes de su labor es permitir que las personas mayores tengan una vida más plena. “A pesar de las dificultades que pueda tener al momento de llegar al hogar, el residente puede desarrollar su independencia y autonomía y nosotros podemos incentivarlos y contribuir a esto, motivándolos a desarrollar sus actividades con ánimo y entusiasmo”, dice.

Pese a su larga experiencia no dudó en inscribirse en el programa. “Siempre hay que aprender más y conocer más sobre la tercera edad, las nuevas técnicas para trabajar con los residentes. Estoy muy agradecida con la fundación y el hogar que nos permitió abrir la mente y aprender, reforzar mi actividad y compartirla con el resto de las compañeras”.

Asegura que cada día valora más su profesión, “porque contribuye a la sociedad, a hacer de la última etapa de la vida de las personas más agradable, menos triste. Se llena mucho uno, da alegría ver que los residentes están bien, están cómodos, que se alimentan bien, que los que están postrados no sufran de úlcera, que estén activos y contentos”.

Rosa Valdivia también lleva más de una década trabajando en el hogar como asistente de personas mayores en el pabellón de dependencia severa. Al igual que Rocío dice que pese a su larga experiencia, participar en el programa fue muy enriquecedor. Cuenta que aprendió a realizar cambios de postura, levantar, trasladar, alimentar y estimular a los residentes. “También aprendí a valorar más a las personas y a tratarlas con más cariño, y que a veces hay que pedir ayuda o dar el pase a otra compañera”.

Por problemas económicos Rosa no pudo estudiar en la universidad. Por esto hoy se siente orgullosa. “Me siento feliz, contenta por el logro, como una colegiala de 19. Yo ahora me valoro más como persona. Mi hija me dice mamita, lo lograste, igual llegaste a la universidad, te vas a titular, esa eres tú, grande. Por esto me siento feliz, contenta y muy agradecida, porque me dieron la oportunidad de estudiar”.  

Ruth Muñoz es tens del hogar hace cinco años. Destaca que aprendió nuevos conceptos y “a mirar más allá del trabajo que hacemos, a manejar a los residentes, a conocerlos, a hablarles. Mi trabajo ha cambiado bastante, ahora puedo ayudar en muchas más cosas que antes a los adultos mayores, los miro con otra visión”. 

Dice que esto puede ver el impacto en ellos. “Los residentes que pueden comunicarse nos manifiestan que se sienten mucho mejor en algunas posturas y con las ayudas que les damos, en los que tienen demencia más avanzada, podemos ver que están más tranquilos, podemos comprenderlos mejor. Con este curso hemos logrado entender mucho mejor cuáles son las necesidades de ellos”.

“Me siento muy agradecida. Nos dieron todas las facilidades para poder lograrlo. Siento el apoyo de la fundación, de la directora y subdirectora, también la enfermera nos ayudó con nuestros trabajos y a estudiar”, afirma. 

“La capacitación es un pilar fundamental del desarrollo de nuestros trabajadores y es invaluable que nuestro personal pueda continuar su formación profesional más allá de nuestros hogares, donde ellas mismas han podido aportar su experiencia y conocimientos con otras fundaciones dedicadas al cuidado de personas en situación de dependencia que participaron en este programa. Esperamos volver a contar con el apoyo de la Fundación Aninat, para que más trabajadores puedan vivir esta bella experiencia”, concluye Viviana Hermosilla.