Tejiendo sueños de inclusión

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Margarita Valencia, una de los residentes del hogar San José, que acoge a 45 personas en Ancud, tiene un gran talento en el tejido en lana. Gracias a su trabajo se ganó el reconocimiento de la comunidad que se han hecho habituales consumidores de sus productos.

Cada vez que Margarita Valencia toma los palillos para tejer calcetines, polainas, chalecos de lana se siente feliz y esperanzada en que sus productos los disfruten sus clientes. Y es que descubrió su talento desde niña y no hay nada que la haga tan feliz como tejer. Aprendió observando atentamente a sus hermanas y mamá. “No me costó nada porque en mi familia todas tejían. Luego fui mejorando y me lancé sola a hacer tejidos de todo tipo”.

Desde entonces convirtió su pasatiempo en una oportunidad de negocio. Es de Pitrufquén, pero lleva 21 años en Ancud. Aquí aprendió a hacer tejidos tradicionales chilotes. Tiene una discapacidad intelectual leve que no le ha impedido crear redes en Ancud y desarrollar su talento artístico. Sus capacidades diferentes han sido su fortaleza para vivir en plenitud.

Romina Almonacid, Jefa Administrativa del hogar, destaca la autonomía, la alegría y la gran capacidad de surgir que tiene Margarita. Dice que su personalidad le ha permitido establecer lazos con la comunidad en los que prevalece el respeto y la admiración por su calidad humana y de trabajo. “Su principal estrategia de venta es el boca a boca, porque acá es más difícil acceder a un puesto en alguna feria. Pero ella aprovecha los momentos en los que va a al centro para conversar con las personas y ofrecerles sus productos. La gente ya la reconoce y le encargan permanentemente. Siempre se mantiene en actividad”.

Agrega que es una residente colaboradora porque siempre está ayudando a las asistentes en diferentes labores, especialmente las de lavandería. “Se suma al trabajo comunitario en el hogar, lo que es muy valorable porque es consciente de que siempre puede dar más y entregarse a los otros”.

Margarita cuenta que vive intensamente cuando teje, porque la motiva el proceso creativo y trabajar con muchos colores. Asegura que es una pasión que la incentiva a seguir adelante y le permite acceder a bienes como útiles de primera necesidad e incluso a darse gustos como comer algunas golosinas.

Está muy agradecida del apoyo que le han entregado en el hogar, donde la respaldan y la incentivan a que continúe fortaleciendo su iniciativa, su carácter emprendedor y su creatividad. Romina hace un llamado a seguir apoyando a estar talentosa artesana e invita a los ancuditanos a visitar a Margarita en el hogar para que compren sus productos. “Ella ya se ha hecho un nombre, pero nos gustaría que siguiera creciendo como emprendedora. Tiene una iniciativa que asombra y creo que eso lo tiene que valorar toda la comunidad”.