Un refugio de amor y compañía
María Teresa, una usuaria del comedor Nuestra Señora del Rosario de Quilpué, comparte su experiencia de 30 años en este espacio de acogida. En sus propias palabras, describe a las voluntarias de la Conferencia de Caridad como personas “muy buenas, muy queridas”, destacando el vínculo afectuoso que se ha formado entre ellas y los usuarios. Tras la pérdida de su pareja hace 7 años, María Teresa encontró en el comedor un refugio donde no solo recibe una comida caliente, sino también apoyo emocional y espiritual. Su testimonio refleja la importancia de la solidaridad y el afecto en la vida de quienes enfrentan la soledad y las dificultades.
Resiliencia y gratitud ante la adversidad
A pesar de vivir sola con su perrita, María Teresa encuentra consuelo en la fe y en las oraciones diarias por aquellos que la rodean. Asegura que, gracias a Dios y al cuidado de las voluntarias, no ha enfrentado enfermedades graves, lo cual considera un verdadero milagro. La presencia constante de Dios y el cariño de las voluntarias son para ella fuentes de ánimo y fortaleza que le permiten enfrentar la vida con optimismo y esperanza.
Cocina con amor: Más que una comida, un gesto de afecto
María Teresa elogia la calidad de la comida preparada por las voluntarias del comedor, destacando su sabor exquisito y su generosa porción. Sin embargo, más allá del valor nutricional, resalta el ingrediente secreto que hacen especial cada plato: el amor con el que es cocinado y servido. Esta afirmación destaca la importancia del cuidado y la atención personalizada que las voluntarias brindan a cada usuario, convirtiendo cada comida en un gesto de afecto y solidaridad que reconforta el alma tanto como el cuerpo.